miércoles, 28 de febrero de 2007

2 estilos de pensamiento

Es importante saber en que difiere el “pensamiento” de los ordenadores de nuestra manera de pensar; así podemos darnos cuenta cabal de por qué son buenos y por qué pueden fallar.

El pensamiento humano incluye, de manera determinante, el uso de planes que pueden ser más o menos esquemáticos, por ello Robin Smith lo denomina “Schematic Thinking”. Estos planes se incluyen en las jugadas de tal manera que éstas cobran sentido en relación con ellos: “Si puedo colocar un Caballo en f5, ello creará una gran presión sobre g7, y quizá fuerce a ese débil peón a desplazarse a …g6; luego con mi Alfil de casillas oscuras podré infiltrarme en el ala de su rey, ya que mi antagonista carece del alfil del mismo color. “ Ahora el jugador empezará a calcular si existe una manera razonable de hacer llegar un Caballo a f5. En caso de no poder, entonces no tendrá más remedio que acudir a un plan B alternativo, guardando esta posibilidad en un cajón de su cerebro.

Pero un motor de ajedrez no piensa así, en ningún caso; siempre empieza, por el contrario, con una búsqueda, luego examina el resultado de ésta y considera si encontró algo que valga la pena (según su módulo de análisis). Como puede calcular una enormidad, millones de posiciones en un segundo, llegará a la posición donde el Caballo está en f5, entonces su módulo de análisis le dirá “Caballo ataca g7, por lo tanto, 0,10 puntos”. Al seguir calculando esa rama (lo que para nosotros formaría parte del plan A) descubrirá que “g6 es forzado porque g7 no puede ser defendido; las casillas oscuras constituyen una debilidad para el Rey negro, por lo tanto, un adicional de 0,10 puntos.

Y así va sumando puntos o restando. El motor no hace planes, es, como lo compara Smith, como un perro perdiguero persiguiendo el olor de una presa. Cuando lo pierde se detiene, hasta que localiza algo interesante… algo que le de puntos.

Así que la gran diferencia entre los dos pensamientos, el del ordenador y el humano, radica en que el segundo primero define objetivos (aunque éstos sean muy vagos) y luego calcula que hacer; en cambio el pensamiento de silicio calcula un ramillete de líneas y luego las evalúa, eligiendo la que más suma; es un oportunista nato.

martes, 27 de febrero de 2007

Aprender de los errores

¿En que puede resultarnos útil el ordenador para nuestros análisis ajedrecísticos?

Para responder esta pregunta utilizaré el libro citado de Robin Smith. En él leo que hay mucha razones para utilizar los “chess-engines”, palabra inglesa que suele traducir como “motores” (de ajedrez, claro). Los motores son la parte del programa que calcula las jugadas y por extensión se alude a los programas mismos.

Reconstruir la partida de un G.M. ayuda a desarrollar el juego propio, siempre que entendamos por qué él hace cierta jugada, a veces oscura para nosotros. Al usar un motor (como el Fritz 10 u otro similar) podemos preguntarle lo que opina, y de esta forma obtener más información sobre la jugada enigmática (incluso hasta descubrir que había otra mejor que no fue descubierta por ese G.M. en esa partida).

Otra razón poderosa es la facilidad con qué podemos anotar nuestras partidas y localizar, rápidamente, nuestros errores. Equivocaciones que sin el auxilio del motor nos habría resultado muy difícil ver.

Para preparar y mantener actualizadas nuestras aperturas favoritas el ordenador es una herramienta extremadamente valiosa; sobre todo si podemos “bajar” packs de últimas partidas y revisar los cambios (nuevas líneas o refutaciones) que en estas aperturas están sucediendo.

También en las partidas por correspondencia, que ahora se hacen por Internet y que podrían entrar en esta categoría toda partida que no se juegue en tiempo real e incluya una obligación de jugar en un lapso suficientemente prolongado como para poder analizar a fondo la situación en que estamos.

En este último caso habría que distinguir entre un uso legítimo o ilegítimo del motor que utilizamos. En la mayoría de los clubes de la Red se acepta la posibilidad de consultar partidas similares o revisar literatura técnica sobre nuestra apertura, o final. En cambio no se acepta la utilización pura y llana del motor para sugerir la mejor jugada que está de nuestra mano hacer. Esta prohibición, que no siempre se respeta, en la medida que no puede ser controlada, es lógica, ya que una cosa es utilizar nuestra “biblioteca” (y en ella se incluye nuestras bases de datos) y otra es hacer que el motor nos sustituya y juegue por nosotros. Teniendo en cuenta la citada prohibición el ordenador puede servir para analizar nuestra situación, en la medida que sepamos manejarnos en las diversas búsquedas de información, lo cual, naturalmente, lleva su tiempo y su experiencia.

Pero donde el motor resulta imprescindible es en el análisis post mortem, sin el cual nuestras posibilidades de aprender jugando se reducen sustancialmente. Todos cometemos errores, pero debemos darnos cuenta cuales son y en que momento los hicimos, para aprender de la experiencia. Equivocarse sin conciencia de ello no sirve para aprender.

lunes, 26 de febrero de 2007

Análisis asistido por ordenador

Un ajedrecista que se tome en serio sus partidas debería tener por lo menos un programa de ajedrez de ayuda, como el Fritz, el Schredder o equivalente; mejor aún si además tiene el Chess Base o el Chess Assistant para organizar su base de datos y sus partidas. Pero en cualquier caso se necesitan algunas nociones sobre como funcionan estos famosos programas, si no se corre el riesgo de considerarlos omnipotentes (ya que algunos de ellos como el Deep Blue o el Fritz ganaron a campeones mundiales), y están muy lejos de serlo.

Entristece que no tengamos buenos libros sobre esta cuestión en español, por lo tanto no queda más remedio que buscarlos en inglés. Y hoy justamente pienso hablar de uno al que, seguro, citaré en muchas ocasiones. Me refiero a “Modern Chess Análisis”, de Robin Smith, editorial Gambit, 2004. He leído varios sobre informática aplicada al ajedrez y hasta ahora el que me parece más completo es éste. Tiene como subtítulo “Techniques that revolutionized chess analysis” y en verdad su lectura ayuda a comprender las fortalezas y debilidades de los programas citados. Como dice en la pág. 12: “All computers have three strengths relative to people: calculation, calculation and calculation. It has been said that you can sin against every chess role as long as you calculate it right, and computers certainly excel in this area. Within the horizon of their search, they don't miss a trick. “En traducción libre significa: Todas las computadoras tienen tres fuerzas en relación a las personas: cálculo, cálculo y cálculo. Se ha dicho que usted puede pecar, en el ajedrez, contra muchos principios con tal que no se equivoque en el cálculo de combinaciones, y ciertamente las computadoras son muy buenas en esta área. Dentro de su “horizonte de búsqueda”, ellas nunca se equivocan”.

Ésta es la gran fuerza de los programas y sus debilidades, en consecuencia, se encuentran en todo aquello que trascienda su “horizonte”, es decir, en todo aquello que signifique planes y objetivos a mediano o largo plazo.

Con otras palabras, los programas son muy buenos en táctica y… es suficiente. Por lo tanto la conjunción de análisis humano experimentado y análisis de ordenador es la combinación ideal para entender lo que sucedió en una partida, y para sacar conclusiones apropiadas. Un ejemplo de lo dicho se encuentra en la serie de libros de Kasparov, “Mis geniales predecesores”. Allí se ve como el ex campeón mundial utiliza tanto su conocimiento basado en su experiencia cuanto el poder de la máquina para detectar errores en análisis de partidas hechos anteriormente. Y debería ser nuestro modelo de estudio y profundización en el ajedrez que queremos llegar a dominar.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Rowson y la dificultad de defenderse


La lectura del último número de New in Chess, (2007#1. www.newinchess.com) me trajo un excelente artículo de Jonathan Jonson (actual campeón británico) sobre la defensa y el ataque en el ajedrez (ver pag. 82: Attack, Defence, and Other Impostures).

Comentando el libro de Jacob Aagard “Practical Chess Defence”, Rowson comparte la tesis de que la defensa es más difícil que el ataque; y para ello trae a su columna la explicación que Aagard da y que yo me permito aquí repetirla en una traducción libre pero ajustada, creo, a su espíritu:

"Cuando nosotros nos defendemos es normal cotejar nuestros conclusiones para después elegir. En algunas situaciones estamos de suerte y cierta opción surge como claramente preferible; pero la mayor parte del tiempo tenemos que escoger entre alternativas demasiado similares. En cambio, cuando atacamos estamos en una situación ligeramente diferente. Sólo necesitamos una buena opción que nos proporcione oportunidades de éxito. Todo es distinto cuando tenemos que encontrar las ideas de nuestro oponente y preparar, en consecuencia, una defensa adecuada. Por tal razón la defensa se considera como la habilidad más difícil de adquirir por los ajedrecistas."

Justamente es lo que había escrito en una de las primeras entradas a este blog (o mejor dicho al blog antecesor: Me gustan las negras), quién domina el arte de la defensa está bien preparado para atacar cuando corresponda.

Más adelante prosigue Rowson afirmando que en pleno juego es mejor que los jugadores se concentren en la “mejor jugada” dejando de lado teorizaciones sobre la Defensa y el Ataque; y también estoy de acuerdo, en el juego se juega y la mejor teoría puede distraer ya que la partida requiere toda nuestra atención puesta sobre todo en las combinaciones posibles. No obstante esa teoría está latente, y se ha estructurado antes (y después) de la partida. Reaparece en el análisis postmortem y guía inconscientemente la mente del jugador cuando “sólo” piensa en la táctica.

En este mismo artículo, que recomiendo a todos los que no se sienten inhibidos por un poco de inglés, escribe el G.M. escocés: “…Sin embargo, la satisfacción derivada de una bueno defensa es inmensa, tanto más porque defender es tan difícil.”

Y esto es la conclusión que debemos retener. Entrenarse en lo más difícil hasta que llegue a ser fácil. No es otro el mensaje de este blog.

viernes, 16 de febrero de 2007

Las reglas y sus excepciones


Hasta que punto las reglas y principios que hemos ido aprendiendo, laboriosamente, durante años siguen siendo útiles?

Esta pregunta, que tiene gran calado, ha sido respondida, por los menos en algunos aspectos, en el famoso libro de John Watson “Secrets of Modern Chess Strategy. Advances since Nimzowitsch” de editorial Gambit publicada la primera edición en 1998 (hay traducción al español de la misma editorial). Estos conceptos que ya son pan comido para un jugador de años: desarrollo en el centro, situaciones favorables en el ataque de minorías, ventajas de los peones pasados, cuando sirven y cuando no los peones doblados, el peón dama aislado, valor relativo de caballos y alfiles, torre en la séptima fila, los movimientos profilácticos, etc. etc. han sido sometidos a dura presión por el juego actual, sobre todo desde el uso intensivo de los ordenadores, que ha demostrado en diversas circunstancias que los principios son sólo una manera habitual de pensar los problemas, y no fronteras intraspasables. Las conclusiones de este libro son diversas y todas susceptibles de intensas discusiones: el abandono del principio “juegue una pieza cada vez”, un materialismo pragmático basado más en la táctica que en consideraciones estratégicas abstractas, la declinación de la importancia de mayorías de peones, la importancia de los peones pasados, un enfoque mucho más sutil y favorable para los peones doblados si con ello se logra cierto control sobre las casillas claves, un enfoque mucho más audaz sobre el juego de peones situados delante del rey propio, etc. etc.

El mensaje de Watson es claro y contundente: no se crea todo lo que hasta ahora ha aceptado como “palabra del Señor”; muchos más matices en el juego de lo que suponían los GM de antaño.

El segundo libro del mismo autor “Estrategia ajedrecística en acción” también resulta muy recomendable. Leo: “La gente normalmente interpreta lo que he dicho en términos de reglas y excepciones, en el sentido, por ejemplo, de que los jugadores modernos conocen las reglas y han descubierto las excepciones. O bien que un jugador debería, en realidad, aprender primero las reglas y luego las excepciones. Pero eso no es, en modo alguno, lo que estoy diciendo. La clave no es que haya x excepciones por cada caso y que la regla sea cierta. Naturalmente, factores como espacio, puestos avanzados, y “mejores” piezas ligeras siempre guardarán correlación, por peque que sea, en el conjunto de factores que define una ventaja decisiva. En realidad, lo que yo me pregunto es: a) ¿Piensa un maestro en términos de una determinada regla (y sus excepciones?; b) ¿Resulta útil pensar en esos términos al afrontar una posición concreta?” (Pág.12)

Por el párrafo de arriba puede deducirse la importancia de completar la lectura del primer libro de Watson con éste nuevo para precisar hacia dónde se dirige su crítica y para tener en cuenta las características del pensamiento de un GM; características que hasta cierto punto pueden imitarse en nuestros niveles inferiores.

En todo caso el estudio de ambos libros es esencial para adquirir una visión del juego más incisiva, cosa que nunca está demás incluso aunque se den los primeros pasos en este juego que es simultáneamente arte, ciencia y deporte.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Practicar y Estudiar

Para gozar del ajedrez se necesita jugarlo, no sólo estudiarlo. Lo mismo a la inversa. Si se lo estudia el placer es mayor.
Una buena practica implica varias modalidades de juego; una de ellas es jugarlo con tiempo, consultando libros y estudiando sin prisa los movimientos; otra es jugarlo cara-a-cara con reloj. Para la primera existen diversos webs que nos permiten hacerlo con mucha comodidad (Al costado derecho, he puesto una que me parece buena ya que ofrece diferentes alternativas de tiempo para elegir; otra ventaja es que acepta diferentes idiomas, incluyendo el español. No obstante si alguien lo desea puede dejarme otras direcciones, en el "comentario").
Hay que distinguir entre estudiar una partida, en proceso, y jugar apoyándose en el Fritz o en otro motor de juego. Estudiar es bueno y nos ayuda a profundizar, en cambio si usamos el computer sólo para que nos dé la jugada, no aprendemos nada y ni siquiera jugamos (sólo nos limitamos a mover como si el programa informático estuviese dotado de dos brazos humanos).
Así que hay que tener muy claro que jugar, por mail, o en una web, apoyándonos en nuestros apuntes, libros y bases de datos no es trampa; en cambio jugar consultando al Fritz, al Schredder u otro motor, sí lo es (y por lo tanto resulta una pérdida de tiempo que se vuelve contra nosotros porque nos inhabilita para jugar por nuestra cuenta)