Estas palabras de J. Rowson, que señalo en la página escaneada, me parecieron excepcionales, mostrando la hondura psicológica en el análisis del G.M. británico.
¿Qué nos lleva a jugar y a entusiasmarnos con el ajedrez?
Según nuestro autor ofrece la posibilidad de escapar del estrecho círculo de la vida cotidiana donde todos nosotros estamos constreñidos a representar un papel, (o varios), que siempre está lejos de usar completamente nuestras potencialidades. En el ajedrez somos el general que dirige la guerra contra un enemigo feroz, el empresario que diseña una estrategia de expansión de sus recursos, el estadista que decide perseverar cuando todo aparentemente está en contra. Como decía Napoleón, cada soldado suyo llevaba el bastón de mariscal en su mochila, y el ajedrez permite ejercer eso que todos tenemos y que muy pocos pueden demostrar en su existencia normal.
Se podría decir que esta reflexión es aplicable a cualquier “juego”; pero el ajedrez por su complejidad e infinitas combinaciones es, en todo caso, el terreno más adecuado para desplegar nuestro YO hasta los límites de nuestra naturaleza.