viernes, 29 de junio de 2007

Este libro me ha sido útil y sigue prestando buenos servicios... por lo tanto lo considero digno de recomendarse.

Antonio Gude es conocido por los lectores aficionados ya que ha publicado y traducido una multitud de libros de ajedrez; y en éste, en particular, ha logrado un grado de condensación muy eficaz.

Por ejemplo, busco "Gambito" y encuentro 25 entradas que practicamente me señalan todos los gambitos conocidos. Busco "Mate" y me pasa revista a unos 18 tipos de mate, desde los más conocidos como el "mate de Legal", el "mate del pastor" o el "mate del loco", a otros que francamente ignoraba que existieran como el "mate de Lolli" (y eso que es de 1763) el "mate de las charreteras o el "mate de Réti".

Todo el libro está lleno de cosas interesantes para simplemente leerlas, o para consultar en caso de duda. Me parece una excelente herramienta de trabajo... que no debe faltar en la biblioteca de un aficionado que se tome con seriedad el juego (valga la paradoja).

jueves, 28 de junio de 2007

Revistas de ajedrez



Un aficionado tiene un ancho campo para profundizar en el ajedrez. Puede, por ejemplo, interesarse por las grandes partidas del pasado, o puede seguir la evolución del ajedrez tal como se vive en los torneos actuales. Si se inclina por esta segunda alternativa entonces deberá leer revistas que lo mantengan informado. Revistas que escritas por expertos en la materia le permitan comprender los cambios y las nuevas líneas que los GM proponen en sus partidas.

En este sentido considero que hay dos revistas que el aficionado inteligente debe considerar como esenciales: una escrita en nuestra lengua y la otra en inglés, aunque su origen es holandés. Me refiero a Peón de Rey y New in Chess. Ambas coinciden en los eventos más importantes del mundo, pero ambas contienen información diferente y los comentarios de las partidas también lo son, ya que son diferentes los especialistas que las abordan.

En el campo del ajedrez, y a pesar de los programas informáticos, la opinión personal sigue siendo muy válida. Las valoraciones son subjetivas, aunque apoyadas en datos y en combinaciones validadas por los programas aludidos. En el ajedrez, como en la vida, la complejidad es de tal magnitud que no siempre dos más dos suman cuatro, y siempre hay lugar para novedades y rupturas con creencias básicas. Esa clase de creencias que durante una época se consideran inobjetables, y que investigaciones posteriores echan por tierra.

Las revistas que cito no son las únicas y además cada lugar del mundo tiene las suyas, pero éstas dos que cito son, según mi modesto conocimiento, de las mejores, y por lo tanto las recomiendo.

martes, 19 de junio de 2007

Analizar en grupo

Hace años, bastantes por cierto, asistía a las sesiones de Zen que impartía el maestro Taisen Deshimaru. Los presentes nos sentábamos de cara a la pared, en una postura semicómoda (y digo semi, porque las piernas cruzadas son siempre difíciles para occidentales adultos) y tratábamos de concentrarnos en mantener la atención atenta. Todo esto es el Zen, o mejor dicho el “za-zen” o sea la práctica de la meditación Zen. En algunos momentos (las sesiones normales duraban una hora) el maestro hacía algunas reflexiones en voz alta, que resonaban en el silencio completo del dojo. Palabras que acompañaban la meditación y que tampoco tenían la estructura de un discurso; eran, al igual que otros producidos por la mente, objetos que aparecían y luego desaparecían como nubes en el cielo.

Sin embargo algunas de esas palabras me quedaron fuertemente enraizadas en mi cabeza asociadas a la fuerte voz ronca y en un inglés japonizado del maestro (tan malo era este inglés que los españoles no teníamos que hacer ningún esfuerzo por comprenderlo). Traigo a colación estos recuerdos porque tienen, creo, relación con lo que hoy quiero decir..

Dijo una vez Deshimaru que el za-zen debe ser siempre practicado en grupo, y que por tanto desaconsejaba su práctica solitaria. No agregó nada más. Posteriormente le preguntamos sobre esta cuestión y sólo agrego lo siguiente, que recuerde. Dijo que una practica correcta de la meditación Zen implicaba siempre un acto comunitario, y que hacerlo sólo durante mucho tiempo, salvo circunstancias excepcionales, no lo recomendaba.

Curiosamente estas ideas olvidadas han vuelto a mi mente cuando hace unos días charlaba con otro jugador y me decía, muy seguro de sí mismo, que él sólo jugaba con el Fritz; a lo que respondí que durante mucho tiempo yo también lo había hecho… hasta que descubrí, de manera casual, que estaba tomando muy malas costumbres (como, por ejemplo, volverme atrás luego de advertir un grave error en mi movimiento, u otro mucho más serio, el no considerar la psicología de mi contrincante ni los planes profundos a que apuntaba, ya que con Fritz éstos datos son bastante irrelevantes).

En la actualidad considero que el entrenamiento con una máquina (llamaré “máquinas” a toda esta clase de soft) es útil para el jugador pero siempre a condición que sea paralelo, y cuantitativamente menor, que el juego con “humanos”.

Y más aún (y aquí viene a cuento lo que decía mi maestro), creo que el ajedrez, como la práctica del Zen, es, en esencia, un acto comunitario; aunque nadie ignora que en soledad proporciona muchos buenos momentos, ello es así, justamente, porque al acompañarnos nos trae el recuerdo de una intensa actividad colectiva.

En esta actividad colectiva existen episodios, torneos, que se destacan marcadamente, pero que son valiosos considerados sobre el fondo de esfuerzo humano que se extiende a lo largo del planeta y en profundidad en la historia. Por ello pienso que como aficionados no deberíamos desdeñar las actividades colectivas incluyendo ¿por qué no? el estudio y la profundización en diversos temas.

Es mucho mejor, para nuestro juego, aprender en grupo y analizar en grupo, compartiendo opiniones con otros jugadores y escuchando cosas que no se nos ocurriría pensar. La charla en el ajedrez tiene, comparada con la charla cotidiana, mucha más sustancia y casi siempre influye en nuestro juego a la larga; sea porque se alerta sobre una apertura que desdeñamos o una combinación que ignoramos o un final que increíblemente contraría nuestro sentido común.

Por supuesto que también esa charla contiene mucho de lo habitual en cualquier charla humana (todos somos “cotillas” porque nos agrada enterarnos de anécdotas y pequeños secretos a voces), pero en sustancia lo que vengo a decir es que esa convivencia es esencial para captar aspectos que se nos escapan y que no tendríamos, salvo casos excepcionales, oportunidad de conocer.

Por lo tanto considero que la formación de “grupos de análisis” entre jugadores, utilizando diferentes posibilidades según el entorno, debe ser una línea de juego, en todo ajedrecista (o “trebejista” como dicen algunos), para practicar asiduamente.

lunes, 18 de junio de 2007

Valorar la posición

El jugador de ajedrez debe aprender a valorar la situación como paso previo a una decisión encaminada a crear un plan, continuarlo o modificarlo. Esta valoración es crucial y debe renovarse en cada movimiento.

¿Cómo perfeccionar nuestras valoraciones ajedrecísticas?
En principio no hay una sola manera, y, además, nunca estaremos seguros de que la nuestra o la que leemos sea la mejor. En el ajedrez, como en la vida, toda valoración es función de las circunstancias, las emociones y del conocimiento que hasta el momento se tiene, y por lo tanto está presente un margen importante para la ambigüedad y el error. Pero es evidente que en todo hay grados, y que podemos profundizar en nuestra valoración de la partida si revisamos las de los grandes maestros; preferentemente comentadas por los mismos que las han jugado.

El libro “El Ajedrez de Torneo (Zurich 1953 candidatos)” de David Bronstein, Editorial Fundamentos, Club de Ajedrez, Madrid, es ideal para profundizar en el medio juego y en las valoraciones y planes que surgen de cada situación.

En el tablero, más arriba, se puede ver la situación de la partida entre Najdorf y Reshevsky y los valiosos comentarios de Bronstein:

“¿Cuáles son las principales características de esta posición y las consideraciones básicas que determinan los planes para ambos bandos? Las piezas y peones blancos parecen tener una gran cantidad de energía potencial, que podría transformarse en cinética avanzando los peones centrales y activando las torres y el restringido alfil dama. El plan más lógico es jugar e4 y e5, a fin de desplazar el caballo negro de f6 y crear así las condiciones indispensables para un ataque en el flanco de rey. Las negras, entretanto, podrían impedir el avance del peón rey blanco o podrían atacar el centro enemigo, cuya estabilidad quedaría reducida tan pronto como el peón “e” avance. En esta partida Reshevsky combina ambas ideas para las negras y obtiene un favorable emplazamiento para sus piezas, mientras que Najdorf se esfuerza en vano por ejecutar sus planes.” (pág.34-35)

El libro citado es esencial para todo jugador que quiera mejorar su análisis y valoración de las posiciones, y sólo lamento que no tengamos una edición, en español, en tapas duras y buen papel, como el contenido de esta joya ajedrecística se merece.

jueves, 14 de junio de 2007

Sacrificio posicional. III


Otro interesante ejemplo de sacrificio de calidad. Figura en el libro de Philidor L'analyse du jeu des Échecs (1777) y es citado y analizado por Gary Kasparov en Mis geniales Predecesores, Vol. I, pág. 19. Aquí tenemos como el jugador blanco en el movimiento 24 sacrifica su torre 24.Txe3! dxe3 y a continuación captura con la su dama 25.Dxe3 Txa2. Este sacrificio permite al peón f4 seguir avanzando, tal como comenta el propio Philidor, y con la torre en 26.Te1! el peón de e5 queda apoyado cuando avance el peón a f5.
Como se ve Petrosian no inventó el sacrificio de calidad. En realidad es difícil saber quién inventó qué; en algún momento de la cadena nos detenemos (sea por cansancio, sea por falta de documentación escrita) y decidimos que un señor es el iniciador. En todo caso lo importante es que el "sacrificio posicional" es una herramienta interesante, aunque tan difícil de manejar como un bisturí... sin habilidad terminamos cortándonos un dedo.

miércoles, 13 de junio de 2007

Dos mentalidades, un sólo juego

Una aproximación fenomenológica al ajedrez ofrece perspectivas interesantes. Antes que nada, y para los que no frecuentan las escuelas filosóficas, diré que la Fenomenología, un escuela fundada por Husserl, pretende una descripción de lo que aparece tal-como-aparece, o sea el conocimiento del “fenómeno” en la medida que se presenta a nuestra conciencia (al fin de cuentas “fenómeno” no quiere decir otra cosa “que aparece”). Pues bien, un enfoque fenomenológico, decía, del juego permite observar la gran disparidad que existe entre un jugador aficionado “de café” y un jugador experto, o profesional (categorías que coinciden en algunos casos, pero no en todos). El jugador aficionado considera que lo principal debe “salir de su cabeza” como salió la diosa Palas Atenea de la cabeza de Zeus, compuesta, con armadura y dispuesta para lo que venga. El jugador experto considera que la mayor parte de su juego se ajusta a modelos y experiencias de otros jugadores y que su aporte radica más bien en su capacidad para interpretar esos conocimientos y aplicarlos de manera eficaz. Por eso el jugador experto presta mucha atención a las novedades que traen las revistas y boletines especializados; en cambio al jugador aficionado todo eso no le interesa, y si por casualidad lo lee, se olvida tan pronto como puede. En el fondo de su mente late el supuesto de que “recordar” lo que otros han jugado es “hacer trampa”, ya que no es algo propio y original, resultado de sus procesos mentales.

Nada más equivocado, pero como decía al principio, una observación rigurosa permite constatar estas dos mentalidades contradictorias.

Para decirlo en pocas palabras, el jugador experto tiene conciencia de que su parte en el juego está, en gran medida, formada de recuerdos y éxitos ajenos; en cambio el jugador aficionado considera que su juego debe ser espontáneo y rompedor, para tener el valor que él le atribuye.

Estas cosas pensaba cuando leía, en Peón de Rey nº 67, la pregunta que Ángel Jiménez le hace a Miguel Illescas: “Entonces le comenté que si en la élite se castigaban a los osados que decidían salirse de las líneas naturales del juego” -o sea aquellas que han sido jugadas muchas veces y son conocidas por todos- “por ejemplo, con el uso de la Defensa Pirc, por encima de las aperturas más conocidas. Miguel comentó que creía que por ejemplo Krámnik siempre tenía un as guardado en la manga, por si alguien se le salía de lo conocido… “Krámnik siempre tenía un as guardado en la manga, por si alguien se le salía de lo conocido…” Krámnik siempre guarda algo. Que le juegan, por ejemplo la Pirc, como tú dices, pues seguro que te va a intentar llevar a alguna idea que de momento él sabe que puede servirle para una sola partida, pero con un efecto positivo para él por el tremendo factor sorpresa que se crea a su alrededor”. “Esa idea, tiene muchas probabilidades de funcionarle en ese momento. Los GM’s más prestigiosos lo saben y temen ser cazados antes de tiempo, de osar a jugar cosas “semi extrañas” Por eso casi todos, suelen ceñirse bastante al terreno conocido ¡Por si acaso!” (1)

Veamos en este párrafo dos cuestiones importantes, según mi observación: La primera es que una novedad dura muy poco, sólo puede servirle a Krámnik para una sola partida; una vez que es conocida se incorpora al acervo común, y ni es novedad ni es sorpresa ni sirve, en consecuencia, para sobresaltar a un GM. La segunda es que existe un castigo si un GM quisiera salirse de lo conocido, ese castigo toma la forma de un estudio secreto que no se ha puesto aún en evidencia… pero cuya existencia funciona como disuasoria para otro GM en el contexto de una partida de alto nivel.

Algo así resultaría “chino” para un jugador aficionado, que no teme cualquier novedad simplemente porque ni siquiera conoce que esa jugada sea una novedad (cuando se juega “a lo que salga” todo es novedoso en si mismo). La gran y profunda diferencia está, para redondear este pensamiento, en que un jugador de alto nivel en realidad es una multitud de jugadores de diferentes épocas jugando en equipo, con el jugador encarnado como director de ese equipo (y los demás colaboran en la medida que el director los llama y los consulta, por medio de su memoria). En cambio el jugador aficionado, de bajo nivel, es “sólo-uno” que representa el drama o la puesta en escena del primer jugador que se enfrentó con otro, en esa partida original.

Con otras palabras, el jugador experto llama al pasado en su ayuda; el jugador aficionado está en el pasado remoto… sin ninguna ayuda, en una actitud fundacional (y por lo tanto expuesta a todos los errores de cálculo y de estrategia que surgen de esa situación inicial).

Nota:

(1)Ángel Jiménez Arteaga, “Secretos de la preparación ajedrecística. Mi experiencia como entrenador de Kramnik (II). En “Peón de Rey”, nº 67, junio 2007, Barcelona, pág.39.

lunes, 11 de junio de 2007

Nuestra biblioteca

Soy un comprador de libros de ajedrez. Me gusta hojearlos y tengo bastantes (para mi, en tanto son varios estantes de librería y ya tengo que apilarlos en dos filas). Hace unos días pensaba, a raíz de ver comprar a un amigo uno (que yo no tenía) hasta que punto una biblioteca de ajedrez es suficiente…

En principio ya sé la respuesta: nunca. Pero si quisiéramos establecer alguna medida racional sobre la dimensión “necesaria” de nuestra biblioteca especializada, yo apelo al concepto de “masa crítica” (en adelante “m.c.”).

Considero que nuestros libros han alcanzado esa m.c. cuando uno puede consultar dos clases de temas: generales y particulares. Por los primeros me refiero a aquellas cuestiones de estrategia que sirven para cualquier momento de la partida. Los segundos, los particulares, son temas específicos que tratan una apertura concreta, o de un final también específico. La consulta permite ampliar nuestras ideas y tomar conciencia de algunos problemas de los cuales no éramos conscientes. La consulta no tiene porque ser ni definitiva ni completa, ya que esto, en ajedrez, es imposible.

Esta m.c. es variable, según el ajedrecista, su situación y la época en que se encuentra; pero a pesar de ello sirve como indicador de la adecuada dimensión de nuestra biblioteca. La alcanzamos cuando podemos realizar una consulta, entre partida y partida, y encontramos normalmente lo que buscamos.

Ello significa que ya tenemos nuestras aperturas preferidas y que no estamos comprando libros simplemente por las tapas o por los sugerentes temas que nos proponen.

La prueba crucial de que nuestra biblioteca se ha convertido en un instrumento útil, resulta de la consulta habitual de los libros y revistas. Si vemos que el polvo se acumula sobre ellos… esos libros no forman parte de la m.c. ya que ni son consultados ni son buscados en demanda de nuevas ideas.

domingo, 10 de junio de 2007

Sacrificio posicional II

Otro interesante ejemplo de sacrificio de calidad, por parte de Petrosian.
La torre se negra se desplaza, inesperadamente, de
f6 a f4, y es ofrecida en bandeja (M.Tal-T.Petrosian, Riga, 1958). Tal acepta el sacrificio y captura con el Alfil, 32.Axf4, creando una nueva situación. De una partida que consideraba ganada, pasa a otra donde se activa el inerte alfil de d6, se facilita que el caballo ocupe la espléndida casilla e5, y los peones blancos c4, e4 y h5 quedan debilitados (sigo puntualmente el análisis que hace Gary Kasparov, en Mis Geniales Predecesores, Vol III, pág. 21).
Tiempo después Tal confesó que por ese entonces pensaba que siempre debía ganarse la calidad. En cambio, siguiendo a G.K, le habría convenido jugar 32.Txf4! exf4 33.Axf4, conformándose con ganar un peón.
El sacrificio posicional es peligroso (como todo sacrificio, por supuesto), pero Petrosian consiguió así las tablas cuando todo apuntaba a la victoria blanca.

Sacrificio posicional I

En la posición que se muestra en el tablero (S.Reshevsky-T.Petrosian. Zurich 1953, 2ª ronda, Torneo de Candidatos), Petrosian realiza el movimiento 25...Te6 !! (calificado como !! por Kasparov).
Un movimiento sorprendente ya que Petrosian ofrece cambiar calidad por Alfil, en una posición que no se hacía necesario tal sacrificio. Transcribo lo que cuenta Kasparov (en su libro "Mis geniales predecesores, III, pág.18) ""Este sacrifico puramente posicional (una jugada tranquila, sin jaques ni amenazas evidentes) me produjo una impresión indeleble" (Tal). La jugada es, ciertamente increíble: la torre se sitúa, sencillamente, a tiro de alfil ¿Para qué, a fin de cuentas? Para bloquear el avance del peón e y también para abrirle paso al caballo hacia d5."
Petrosian era un artista en el "sacrificio posicional de calidad", según cuenta Gary Kasparov, y el jugador de negras debería tomar muy en cuenta las partidas de Tigran Vartanovich Petrosian (1929-1984) ya que le ofrecen nuevas perspectivas para equilibrar el juego y colocarse en situaciones inesperadas. Veamos lo que reflexiona Kasparov, a continuación: "Sin embargo, consideremos la posición y preguntémonos: ¿por qué debería ser, aquí, una torre más fuerte que una pieza menor? Después de todo, una torre requiere líneas abiertas, necesita algo que atacar, mientras que las piezas menores requieren puntos fuertes y soporte de peones. En el caso que nos ocupa, existe una carencia de líneas abiertas, y ya no será posible impedir que el caballo llegue a d5, donde se convertirá en un bastión. Por otro lado, desde d5 el caballo atacará el peón de c3, y si el alfil blanco no consigue situarse en d2, seguirá "vegetando" en b2. Ahora podemos ver que resultará prácticamente imposible romper las defensas negras en casillas blancas: las blancas no disponen, sencillamente, de los recursos suficientes para hacerlo.
Una vez efectuada esta jugada en el tablero podemos entender perfectamente las razones que han inducido a las negras a realizar el sacrificio de calidad, y podemos captar el sentido estratégico de lo que está ocurriendo. No obstante, creo que incluso hoy no todo el mundo se hubiera decidido por tal sacrificio. Con todo, conocidala inapreciable experiencia de Petrosian y de otros sobresalientes grandes maestros posteriores, y tendiendo presentes muchas ideas y partidas relacionadas, es bastante más fácil descubrir jugadas similares. ¡Aún así, cuando se producen, no dejan de sorprendernos!"

El jugador de negras debe indagar, en las partidas de los Grandes Maestros en busca de conceptos estratégicos que pueden ser reutilizados. Están ahí, esperando que reparemos en ellos para convertirlos en planes activos en nuestras partidas.

viernes, 8 de junio de 2007

Piezas del ajedrez

El ajedrez se juega con un tablero y 16 piezas por banda… pero tanto el tablero como las piezas (madera, plástico o marfil) son en realidad innecesarios. Los objetos a los que llamamos “piezas” son irrelevantes en su materialidad, igual que el tablero. El verdadero tablero y las piezas verdaderas son puramente mentales; sinapsis de nuestras neuronas, imágenes en el cerebro. Usamos piezas y tablero porque, normalmente, carecemos del entrenamiento necesario para jugar sin estos elementos. Se puede perfectamente jugar sin ellos, y recuerdo, cuando pequeño, que con otro amigo intentábamos profundizar en la apertura, cada uno por su lado, mientras caminábamos por la calle. A veces, un bocinazo nos sobresaltaba, ya que habíamos cruzado la calle sin darnos cuenta. Por supuesto una vez adquirido ese poder se puede decir que las piezas y el tablero son meros soportes mnemotécnicos, igual que una agenda, o una anotación en un papel. Así que deberíamos acostumbrarnos a pensar las jugadas sin mover las piezas, sólo hacerlo cuando ya nos bailan las piezas en el cerebro, o perdemos el hilo. Es un buen entrenamiento y cada vez se puede llegar… un movimiento más lejos.

Un ejemplo de cómo los elementos materiales son meros soportes, puede verse en cómo tratan a estos objetos algunos Grandes Maestros. Rescato aquí, un fragmento de los excelentes libros de Gary Kasparov, “Mis geniales predecesores”. Éste está en el tomo IV, Pág., 116: “Se dice que Reshevsky, como Capablanca, no tenía su propio juego de ajedrez. “En lo que a Capa se refiere, no lo sé, pero puedo decirle al lector que, aunque acompañé a Reshevsky a muchos torneos, sólo le ví un juego en una ocasión, en Palma”, escribe Hannon Russell. “¡Y que juego! Pequeño, hueco, de plástico y desconchado, con un tablero muy ligero en rojo y negro. Todo el juego, piezas incluidas, no podía haber costado más de dos dólares. Me senté y observé cómo analizaba su partida aplazada con el gran maestro yugoslavo Damljanovic. Era un final de cuatro torres… Y al menos en la sala de juego, porqué en el tablero de Reshevsky eran ¡dos torres blancas contra una torre roja y una moneda española!””

Naturalmente que nada obsta a que se tenga un magnifico tablero de fina madera veteada, con piezas de algún material noble y costoso… lo mismo sucede con algunos que se gastan mucho dinero en lujosas agendas; pero el juego no pasa por allí, de la misma forma que las importancia de las actividades que se anotan en la agenda, no depende del material con que se la construido.

viernes, 1 de junio de 2007

Finales

Creo que es un sentimiento compartido la pereza que sentimos casi todos los aficionados... por estudiar "finales".
Así como resulta fácil internarse en los complicados caminos de las múltiples aperturas y defensas (casi todas con nombres muy estimulantes), resulta árida la investigación en los finales; y sin embargo es un estudio crucial.
Alguna vez leí (no recuerdo dónde) que un autor recomendaba empezar el estudio sistemático del ajedrez justamente por los finales; y es un consejo que no seguí... por mucho tiempo. Luego me arrepentí, y creo que debo dejar constancia aquí de que es un error que debemos enfrentar lo más pronto posible.
El libro de Marck Dvoretsky "Técnica para el jugador de torneo" (Editorial La Casa del Ajedrez) trata sobre finales, y si bien no puede considerárselo una introducción a la cuestión, puede ser tenido en cuenta como un texto de valía para estimularnos a estudiar los benditos "finales".