lunes, 22 de enero de 2007

Amenazas reales y amenazas irreales

Dice Mihail Marín y a mi me parece “palabra de santo” que al enfrentarse a una amenaza lo primero que uno debe hacer es… no pensar en como defenderse de ella.

Sí, aunque parezca ilógico.

Lo primero que el jugador debe hacer, según este G.M., es descubrir si la “amenaza” existe. De la misma manera que lo primero que debe hacer un preso para intentar escapar… es saber que está preso. Claro, si uno piensa en una cárcel con rejas, pesadas puertas que se cierran y guardias con llaveros colgando, resulta evidente que uno sabe si está dentro o fuera… pero hay situaciones menos evidentes… y además existen las “ilusiones” o los espejismos, que de esto hay más de lo que se cree.

Volviendo a nuestro tema, no toda amenaza que se percibe existe. Puede ser un espejismo. Podemos tener el rey expuesto y puede rondarle como ave de presa alguna torre enemiga, incluso aliada con la Dama… y sin embargo no hay mate posible. No obstante quizá genere una sensación tal de intranquilidad que nos obligue a dejar nuestros planes de ataque para dedicarnos a una defensa… innecesaria.

Esto es lo que M.Marín llama “ilusiones ópticas” que llevan a una pérdida de tiempo y a veces a resultados catastróficos. También puede suceder que una seudo amenaza se convierta en real como resultado de una respuesta totalmente inadecuada. Por otro lado nuestro oponente tiene también dificultades en situaciones como las comentadas: ¿debe asumir que no existe amenaza real… o persistir en ello aunque a la larga no haga ningún daño si se encuentra con respuestas atinadas? Como bien dice el autor que comentamos no hay una respuesta general para esta clase de dudas; sólo la situación concreta puede decidir cual debe ser la política correcta. La situación importa y también, no olvidar, lo que conocemos de la psicología de nuestro adversario; ya que si es una persona muy sensible y nerviosa, rondarle el rey con ánimo depredador, puede provocarle un estado de pánico que convierta en real lo que hasta el momento era sólo un acercamiento.

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