Pensaba: ¡Qué difícil que es poder concretar lo que uno piensa! y también pensaba: ¡Qué difícil es poder elevarse de lo que uno hace para entenderlo pensando!
Y mi cabeza se acordó de Kasparov, y de su libro "Cómo la vida imita al ajedrez"... y, también pensaba: ¡cómo un Gran Maestro del ajedrez puede fracasar cuando aborda una tarea política!
Este libro le falta por escribir al GM Garry Kasparov.
Y, me levanto, busco en mi biblioteca, entresaco el libro de un estante superior (situado estratégicamente más arriba porque son libros que apenas se consultan) y leo los títulos de los capítulos, al azar:
"El cálculo debe ser preciso y riguroso", "Las tácticas deben responder a una estrategia", "La búsqueda de la compensación", "Factores estáticos y escoger nuestros demonios", "La valentía de dejarse llevar", "Ejercitar nuestra intuición", "Romper el hechizo de la presión", "Los riesgos de ignorar una tendencia", "Tu vida es tu preparación" .... ¡Tantos buenos títulos que invitar a leer y releer el capítulo y sus temas!
Pero toda la sapienza expuesta en este excelente libro... no es suficiente. No sirve para nada, si me apuran. Da lo mismo leerlo que no, salvo el placer que uno se pierde no leyéndolo.
Es como comer un buen helado dentro de un magnífico cucurucho crujiente. Nuestro dietista interno pone cara de "no" pero ¡cómo evitar que el placer nos arrastre y sumergirnos durante cinco minutos en un mar de helado y su crujiente contenedor!
Y lo mismo pasa con este libro. Muy bonito; lleno de profundos pensamientos; pero luego, al igual que el helado, solo dejan el placer de un recuerdo.
Me dirá alguien ¡eres un escéptico! ¿Cómo no crees en la sabiduría y en la transmisión de esa sabiduría?
Y yo le contesto: "¡Pero si no pasa la prueba del algodón! ¡Kasparov fracasó como líder político; Pútin triunfó completamente, lo sacó del tablero soplando un poco!
Y alguien puede responderme: ¡Pero Pútin tenía y tiene El Poder!
"Sí, claro -pienso- pero eso ya lo sabía Kasparov cuando se metió en política; entonces ¿de que sirve la supuesta sabiduría si no puede enfrentarse inteligentemente a un poder superior?"
Evidentemente con toda su maestría, con sus excelentes reflexiones, con su destreza de pensador en el ajedrez, no llegó más lejos que el opositor más cerril y menos dotado ¿dónde está, entonces, la supuesta aplicación de una experiencia a otro campo diferente?
Por otro lado, ni siquiera hay una traslación -en cuanto sabiduría ajedrecística- completa, tal como lo pienso.
¿No sabe todo jugador de ajedrez que lo que juega el contrario es tan importante, si no más, que lo que uno juega?
¿No calcula cualquier jugador de ajedrez, hasta el más mediocre, por lo menos la respuesta que puede tener a un movimiento propio?
Y si uno no puede medir, ni calcular, ni imaginar, ni pensar, en suma, lo que el adversario puede hacer ¿de que sirve dar consejos más sofisticados, pero que deben apoyarse -ante todo- en el análisis del poder y la situación del otro; de sus puntos débiles y fuertes?
A mi se me ocurre que si algo enseña el ajedrez ello puede resumirse en una sentencia tan corta como rocosa: "Cuando juegues... deja de mirarte el ombligo".
Así que Kasparov al fracasar en política no sólo demostró que es un político débil, de porcelana, aunque con un gran encanto mediático, sino también que cualquier reflexión sobre el ajedrez y la vida debe basarse, sobre todo, en el sentido común. Y los GM pueden saber mucho de ajedrez, pero esto no garantiza que tengan "ese sentido" tan indispensable como difícil de formalizar en palabras.
(Nota: estas superficiales reflexiones las publiqué en Facebook https://www.facebook.com/carolus.brigantinusbarbatus se me ocurre que bien pueden, también, aposentarse en este blog ya que el tema principal es el mismo... o casi)