martes, 19 de junio de 2007

Analizar en grupo

Hace años, bastantes por cierto, asistía a las sesiones de Zen que impartía el maestro Taisen Deshimaru. Los presentes nos sentábamos de cara a la pared, en una postura semicómoda (y digo semi, porque las piernas cruzadas son siempre difíciles para occidentales adultos) y tratábamos de concentrarnos en mantener la atención atenta. Todo esto es el Zen, o mejor dicho el “za-zen” o sea la práctica de la meditación Zen. En algunos momentos (las sesiones normales duraban una hora) el maestro hacía algunas reflexiones en voz alta, que resonaban en el silencio completo del dojo. Palabras que acompañaban la meditación y que tampoco tenían la estructura de un discurso; eran, al igual que otros producidos por la mente, objetos que aparecían y luego desaparecían como nubes en el cielo.

Sin embargo algunas de esas palabras me quedaron fuertemente enraizadas en mi cabeza asociadas a la fuerte voz ronca y en un inglés japonizado del maestro (tan malo era este inglés que los españoles no teníamos que hacer ningún esfuerzo por comprenderlo). Traigo a colación estos recuerdos porque tienen, creo, relación con lo que hoy quiero decir..

Dijo una vez Deshimaru que el za-zen debe ser siempre practicado en grupo, y que por tanto desaconsejaba su práctica solitaria. No agregó nada más. Posteriormente le preguntamos sobre esta cuestión y sólo agrego lo siguiente, que recuerde. Dijo que una practica correcta de la meditación Zen implicaba siempre un acto comunitario, y que hacerlo sólo durante mucho tiempo, salvo circunstancias excepcionales, no lo recomendaba.

Curiosamente estas ideas olvidadas han vuelto a mi mente cuando hace unos días charlaba con otro jugador y me decía, muy seguro de sí mismo, que él sólo jugaba con el Fritz; a lo que respondí que durante mucho tiempo yo también lo había hecho… hasta que descubrí, de manera casual, que estaba tomando muy malas costumbres (como, por ejemplo, volverme atrás luego de advertir un grave error en mi movimiento, u otro mucho más serio, el no considerar la psicología de mi contrincante ni los planes profundos a que apuntaba, ya que con Fritz éstos datos son bastante irrelevantes).

En la actualidad considero que el entrenamiento con una máquina (llamaré “máquinas” a toda esta clase de soft) es útil para el jugador pero siempre a condición que sea paralelo, y cuantitativamente menor, que el juego con “humanos”.

Y más aún (y aquí viene a cuento lo que decía mi maestro), creo que el ajedrez, como la práctica del Zen, es, en esencia, un acto comunitario; aunque nadie ignora que en soledad proporciona muchos buenos momentos, ello es así, justamente, porque al acompañarnos nos trae el recuerdo de una intensa actividad colectiva.

En esta actividad colectiva existen episodios, torneos, que se destacan marcadamente, pero que son valiosos considerados sobre el fondo de esfuerzo humano que se extiende a lo largo del planeta y en profundidad en la historia. Por ello pienso que como aficionados no deberíamos desdeñar las actividades colectivas incluyendo ¿por qué no? el estudio y la profundización en diversos temas.

Es mucho mejor, para nuestro juego, aprender en grupo y analizar en grupo, compartiendo opiniones con otros jugadores y escuchando cosas que no se nos ocurriría pensar. La charla en el ajedrez tiene, comparada con la charla cotidiana, mucha más sustancia y casi siempre influye en nuestro juego a la larga; sea porque se alerta sobre una apertura que desdeñamos o una combinación que ignoramos o un final que increíblemente contraría nuestro sentido común.

Por supuesto que también esa charla contiene mucho de lo habitual en cualquier charla humana (todos somos “cotillas” porque nos agrada enterarnos de anécdotas y pequeños secretos a voces), pero en sustancia lo que vengo a decir es que esa convivencia es esencial para captar aspectos que se nos escapan y que no tendríamos, salvo casos excepcionales, oportunidad de conocer.

Por lo tanto considero que la formación de “grupos de análisis” entre jugadores, utilizando diferentes posibilidades según el entorno, debe ser una línea de juego, en todo ajedrecista (o “trebejista” como dicen algunos), para practicar asiduamente.

No hay comentarios: