lunes, 11 de junio de 2007

Nuestra biblioteca

Soy un comprador de libros de ajedrez. Me gusta hojearlos y tengo bastantes (para mi, en tanto son varios estantes de librería y ya tengo que apilarlos en dos filas). Hace unos días pensaba, a raíz de ver comprar a un amigo uno (que yo no tenía) hasta que punto una biblioteca de ajedrez es suficiente…

En principio ya sé la respuesta: nunca. Pero si quisiéramos establecer alguna medida racional sobre la dimensión “necesaria” de nuestra biblioteca especializada, yo apelo al concepto de “masa crítica” (en adelante “m.c.”).

Considero que nuestros libros han alcanzado esa m.c. cuando uno puede consultar dos clases de temas: generales y particulares. Por los primeros me refiero a aquellas cuestiones de estrategia que sirven para cualquier momento de la partida. Los segundos, los particulares, son temas específicos que tratan una apertura concreta, o de un final también específico. La consulta permite ampliar nuestras ideas y tomar conciencia de algunos problemas de los cuales no éramos conscientes. La consulta no tiene porque ser ni definitiva ni completa, ya que esto, en ajedrez, es imposible.

Esta m.c. es variable, según el ajedrecista, su situación y la época en que se encuentra; pero a pesar de ello sirve como indicador de la adecuada dimensión de nuestra biblioteca. La alcanzamos cuando podemos realizar una consulta, entre partida y partida, y encontramos normalmente lo que buscamos.

Ello significa que ya tenemos nuestras aperturas preferidas y que no estamos comprando libros simplemente por las tapas o por los sugerentes temas que nos proponen.

La prueba crucial de que nuestra biblioteca se ha convertido en un instrumento útil, resulta de la consulta habitual de los libros y revistas. Si vemos que el polvo se acumula sobre ellos… esos libros no forman parte de la m.c. ya que ni son consultados ni son buscados en demanda de nuevas ideas.

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