viernes, 16 de febrero de 2007

Las reglas y sus excepciones


Hasta que punto las reglas y principios que hemos ido aprendiendo, laboriosamente, durante años siguen siendo útiles?

Esta pregunta, que tiene gran calado, ha sido respondida, por los menos en algunos aspectos, en el famoso libro de John Watson “Secrets of Modern Chess Strategy. Advances since Nimzowitsch” de editorial Gambit publicada la primera edición en 1998 (hay traducción al español de la misma editorial). Estos conceptos que ya son pan comido para un jugador de años: desarrollo en el centro, situaciones favorables en el ataque de minorías, ventajas de los peones pasados, cuando sirven y cuando no los peones doblados, el peón dama aislado, valor relativo de caballos y alfiles, torre en la séptima fila, los movimientos profilácticos, etc. etc. han sido sometidos a dura presión por el juego actual, sobre todo desde el uso intensivo de los ordenadores, que ha demostrado en diversas circunstancias que los principios son sólo una manera habitual de pensar los problemas, y no fronteras intraspasables. Las conclusiones de este libro son diversas y todas susceptibles de intensas discusiones: el abandono del principio “juegue una pieza cada vez”, un materialismo pragmático basado más en la táctica que en consideraciones estratégicas abstractas, la declinación de la importancia de mayorías de peones, la importancia de los peones pasados, un enfoque mucho más sutil y favorable para los peones doblados si con ello se logra cierto control sobre las casillas claves, un enfoque mucho más audaz sobre el juego de peones situados delante del rey propio, etc. etc.

El mensaje de Watson es claro y contundente: no se crea todo lo que hasta ahora ha aceptado como “palabra del Señor”; muchos más matices en el juego de lo que suponían los GM de antaño.

El segundo libro del mismo autor “Estrategia ajedrecística en acción” también resulta muy recomendable. Leo: “La gente normalmente interpreta lo que he dicho en términos de reglas y excepciones, en el sentido, por ejemplo, de que los jugadores modernos conocen las reglas y han descubierto las excepciones. O bien que un jugador debería, en realidad, aprender primero las reglas y luego las excepciones. Pero eso no es, en modo alguno, lo que estoy diciendo. La clave no es que haya x excepciones por cada caso y que la regla sea cierta. Naturalmente, factores como espacio, puestos avanzados, y “mejores” piezas ligeras siempre guardarán correlación, por peque que sea, en el conjunto de factores que define una ventaja decisiva. En realidad, lo que yo me pregunto es: a) ¿Piensa un maestro en términos de una determinada regla (y sus excepciones?; b) ¿Resulta útil pensar en esos términos al afrontar una posición concreta?” (Pág.12)

Por el párrafo de arriba puede deducirse la importancia de completar la lectura del primer libro de Watson con éste nuevo para precisar hacia dónde se dirige su crítica y para tener en cuenta las características del pensamiento de un GM; características que hasta cierto punto pueden imitarse en nuestros niveles inferiores.

En todo caso el estudio de ambos libros es esencial para adquirir una visión del juego más incisiva, cosa que nunca está demás incluso aunque se den los primeros pasos en este juego que es simultáneamente arte, ciencia y deporte.

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