lunes, 26 de febrero de 2007

Análisis asistido por ordenador

Un ajedrecista que se tome en serio sus partidas debería tener por lo menos un programa de ajedrez de ayuda, como el Fritz, el Schredder o equivalente; mejor aún si además tiene el Chess Base o el Chess Assistant para organizar su base de datos y sus partidas. Pero en cualquier caso se necesitan algunas nociones sobre como funcionan estos famosos programas, si no se corre el riesgo de considerarlos omnipotentes (ya que algunos de ellos como el Deep Blue o el Fritz ganaron a campeones mundiales), y están muy lejos de serlo.

Entristece que no tengamos buenos libros sobre esta cuestión en español, por lo tanto no queda más remedio que buscarlos en inglés. Y hoy justamente pienso hablar de uno al que, seguro, citaré en muchas ocasiones. Me refiero a “Modern Chess Análisis”, de Robin Smith, editorial Gambit, 2004. He leído varios sobre informática aplicada al ajedrez y hasta ahora el que me parece más completo es éste. Tiene como subtítulo “Techniques that revolutionized chess analysis” y en verdad su lectura ayuda a comprender las fortalezas y debilidades de los programas citados. Como dice en la pág. 12: “All computers have three strengths relative to people: calculation, calculation and calculation. It has been said that you can sin against every chess role as long as you calculate it right, and computers certainly excel in this area. Within the horizon of their search, they don't miss a trick. “En traducción libre significa: Todas las computadoras tienen tres fuerzas en relación a las personas: cálculo, cálculo y cálculo. Se ha dicho que usted puede pecar, en el ajedrez, contra muchos principios con tal que no se equivoque en el cálculo de combinaciones, y ciertamente las computadoras son muy buenas en esta área. Dentro de su “horizonte de búsqueda”, ellas nunca se equivocan”.

Ésta es la gran fuerza de los programas y sus debilidades, en consecuencia, se encuentran en todo aquello que trascienda su “horizonte”, es decir, en todo aquello que signifique planes y objetivos a mediano o largo plazo.

Con otras palabras, los programas son muy buenos en táctica y… es suficiente. Por lo tanto la conjunción de análisis humano experimentado y análisis de ordenador es la combinación ideal para entender lo que sucedió en una partida, y para sacar conclusiones apropiadas. Un ejemplo de lo dicho se encuentra en la serie de libros de Kasparov, “Mis geniales predecesores”. Allí se ve como el ex campeón mundial utiliza tanto su conocimiento basado en su experiencia cuanto el poder de la máquina para detectar errores en análisis de partidas hechos anteriormente. Y debería ser nuestro modelo de estudio y profundización en el ajedrez que queremos llegar a dominar.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Rowson y la dificultad de defenderse


La lectura del último número de New in Chess, (2007#1. www.newinchess.com) me trajo un excelente artículo de Jonathan Jonson (actual campeón británico) sobre la defensa y el ataque en el ajedrez (ver pag. 82: Attack, Defence, and Other Impostures).

Comentando el libro de Jacob Aagard “Practical Chess Defence”, Rowson comparte la tesis de que la defensa es más difícil que el ataque; y para ello trae a su columna la explicación que Aagard da y que yo me permito aquí repetirla en una traducción libre pero ajustada, creo, a su espíritu:

"Cuando nosotros nos defendemos es normal cotejar nuestros conclusiones para después elegir. En algunas situaciones estamos de suerte y cierta opción surge como claramente preferible; pero la mayor parte del tiempo tenemos que escoger entre alternativas demasiado similares. En cambio, cuando atacamos estamos en una situación ligeramente diferente. Sólo necesitamos una buena opción que nos proporcione oportunidades de éxito. Todo es distinto cuando tenemos que encontrar las ideas de nuestro oponente y preparar, en consecuencia, una defensa adecuada. Por tal razón la defensa se considera como la habilidad más difícil de adquirir por los ajedrecistas."

Justamente es lo que había escrito en una de las primeras entradas a este blog (o mejor dicho al blog antecesor: Me gustan las negras), quién domina el arte de la defensa está bien preparado para atacar cuando corresponda.

Más adelante prosigue Rowson afirmando que en pleno juego es mejor que los jugadores se concentren en la “mejor jugada” dejando de lado teorizaciones sobre la Defensa y el Ataque; y también estoy de acuerdo, en el juego se juega y la mejor teoría puede distraer ya que la partida requiere toda nuestra atención puesta sobre todo en las combinaciones posibles. No obstante esa teoría está latente, y se ha estructurado antes (y después) de la partida. Reaparece en el análisis postmortem y guía inconscientemente la mente del jugador cuando “sólo” piensa en la táctica.

En este mismo artículo, que recomiendo a todos los que no se sienten inhibidos por un poco de inglés, escribe el G.M. escocés: “…Sin embargo, la satisfacción derivada de una bueno defensa es inmensa, tanto más porque defender es tan difícil.”

Y esto es la conclusión que debemos retener. Entrenarse en lo más difícil hasta que llegue a ser fácil. No es otro el mensaje de este blog.

viernes, 16 de febrero de 2007

Las reglas y sus excepciones


Hasta que punto las reglas y principios que hemos ido aprendiendo, laboriosamente, durante años siguen siendo útiles?

Esta pregunta, que tiene gran calado, ha sido respondida, por los menos en algunos aspectos, en el famoso libro de John Watson “Secrets of Modern Chess Strategy. Advances since Nimzowitsch” de editorial Gambit publicada la primera edición en 1998 (hay traducción al español de la misma editorial). Estos conceptos que ya son pan comido para un jugador de años: desarrollo en el centro, situaciones favorables en el ataque de minorías, ventajas de los peones pasados, cuando sirven y cuando no los peones doblados, el peón dama aislado, valor relativo de caballos y alfiles, torre en la séptima fila, los movimientos profilácticos, etc. etc. han sido sometidos a dura presión por el juego actual, sobre todo desde el uso intensivo de los ordenadores, que ha demostrado en diversas circunstancias que los principios son sólo una manera habitual de pensar los problemas, y no fronteras intraspasables. Las conclusiones de este libro son diversas y todas susceptibles de intensas discusiones: el abandono del principio “juegue una pieza cada vez”, un materialismo pragmático basado más en la táctica que en consideraciones estratégicas abstractas, la declinación de la importancia de mayorías de peones, la importancia de los peones pasados, un enfoque mucho más sutil y favorable para los peones doblados si con ello se logra cierto control sobre las casillas claves, un enfoque mucho más audaz sobre el juego de peones situados delante del rey propio, etc. etc.

El mensaje de Watson es claro y contundente: no se crea todo lo que hasta ahora ha aceptado como “palabra del Señor”; muchos más matices en el juego de lo que suponían los GM de antaño.

El segundo libro del mismo autor “Estrategia ajedrecística en acción” también resulta muy recomendable. Leo: “La gente normalmente interpreta lo que he dicho en términos de reglas y excepciones, en el sentido, por ejemplo, de que los jugadores modernos conocen las reglas y han descubierto las excepciones. O bien que un jugador debería, en realidad, aprender primero las reglas y luego las excepciones. Pero eso no es, en modo alguno, lo que estoy diciendo. La clave no es que haya x excepciones por cada caso y que la regla sea cierta. Naturalmente, factores como espacio, puestos avanzados, y “mejores” piezas ligeras siempre guardarán correlación, por peque que sea, en el conjunto de factores que define una ventaja decisiva. En realidad, lo que yo me pregunto es: a) ¿Piensa un maestro en términos de una determinada regla (y sus excepciones?; b) ¿Resulta útil pensar en esos términos al afrontar una posición concreta?” (Pág.12)

Por el párrafo de arriba puede deducirse la importancia de completar la lectura del primer libro de Watson con éste nuevo para precisar hacia dónde se dirige su crítica y para tener en cuenta las características del pensamiento de un GM; características que hasta cierto punto pueden imitarse en nuestros niveles inferiores.

En todo caso el estudio de ambos libros es esencial para adquirir una visión del juego más incisiva, cosa que nunca está demás incluso aunque se den los primeros pasos en este juego que es simultáneamente arte, ciencia y deporte.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Practicar y Estudiar

Para gozar del ajedrez se necesita jugarlo, no sólo estudiarlo. Lo mismo a la inversa. Si se lo estudia el placer es mayor.
Una buena practica implica varias modalidades de juego; una de ellas es jugarlo con tiempo, consultando libros y estudiando sin prisa los movimientos; otra es jugarlo cara-a-cara con reloj. Para la primera existen diversos webs que nos permiten hacerlo con mucha comodidad (Al costado derecho, he puesto una que me parece buena ya que ofrece diferentes alternativas de tiempo para elegir; otra ventaja es que acepta diferentes idiomas, incluyendo el español. No obstante si alguien lo desea puede dejarme otras direcciones, en el "comentario").
Hay que distinguir entre estudiar una partida, en proceso, y jugar apoyándose en el Fritz o en otro motor de juego. Estudiar es bueno y nos ayuda a profundizar, en cambio si usamos el computer sólo para que nos dé la jugada, no aprendemos nada y ni siquiera jugamos (sólo nos limitamos a mover como si el programa informático estuviese dotado de dos brazos humanos).
Así que hay que tener muy claro que jugar, por mail, o en una web, apoyándonos en nuestros apuntes, libros y bases de datos no es trampa; en cambio jugar consultando al Fritz, al Schredder u otro motor, sí lo es (y por lo tanto resulta una pérdida de tiempo que se vuelve contra nosotros porque nos inhabilita para jugar por nuestra cuenta)

domingo, 28 de enero de 2007

La fiesta del ajedrez


A veces es menester tomar el gran angular y sacar una foto de conjunto. Pues bien, esto es lo que sugiero hacer leyendo el libro de Antonio Gude, La fiesta del ajedrez.

En este libro el aficionado encontrará de todo, como en botica, y podrá hojearlo y releerlo en circunstancias muy diversas… incluyendo aquellas pocas en que uno también está ¡harto del ajedrez!

Selecciono del libro algunas citas que me gustaron particularmente:

El ajedrez no es un juego para almas cándidas (Proverbio francés)

El ajedrez es la gimnasia de la mente (V.I.Lenin)

La jugada está ahí. Sólo tiene que verla (Tartakower)

Es tres veces más fácil encontrar una jugada en la sala de prensa que en la sala de juego (Tal)

Sólo un jugador fuerte sabe cuan débil es su juego (Tartakower)

Si no mueves nunca un peón, no perderás una sola partida (Tarrasch)

La amenaza es más fuerte que su ejecución (Nimzowich)

El tiempo que vuestro adversario invierte en reflexionar es un homenaje que os rinde (Philidor)

Puedes golpearle a tu oponente con el tablero; pero eso no significa que juegues mejor (proverbio inglés)

Seguro que luego de hojear unas páginas este refrescante libro, estaremos de mejor humor.

Antonio Gude, "La fiesta del ajedrez. Todo el tesoro lúdico del juego-rey", Tutor, Madrid, 2001, pp.251

viernes, 26 de enero de 2007

Ajedrez para pacifistas

El ajedrez ha sido comparado a una batalla y también a una guerra o una campaña bélica. Evidentemente se parecen en muchas cosas; tantas que estoy persuadido que su enseñanza en las escuelas militares mejoraría en algo el pensamiento militar. También se parece a un negocio en expansión dentro de un mercado particularmente duro; y en este sentido serviría a los empresarios. De todos modos existen muchos juegos aplicables a aspectos de la vida, y el ajedrez participa en igualdad con otros de clases muy distintas. Lo que ahora deseo destacar es un hecho que se escapa a veces incluso en las conversaciones entre los ajedrecistas de solera: el ajedrez también sirve a los no-agresivos, a los no-competitivos, a los que no desean, en suma, entrar en colisión con otros seres humanos bien sea porque les repugna o porque consideran que el esfuerzo no vale la pena.

Sí, y a ellos es que esta entrada en mi blog se dirige. Si Ud. no es competitivo seguro que se ha encontrado más de una vez con esa molesta clase de individuos; si Ud. no es agresivo, alguna vez habrá tenido que lidiar con esa especie. Resumiendo, que uno sea pacifista (por estrategia mental o por impulso biológico) no quita que se tenga que tratar con los “otros”, e incluso que esa relación llegue a ser íntima y duradera.

Aquí también el ajedrez sirve como campo de maniobras y terreno experimental. Y la mejor situación es con negras. Es verdad que con blancas también se puede jugar sin atacar (no a la defensiva exactamente, sino defendíendose por medio de ataques controlados), pero con las negras esta clase de personas está en su salsa. Luchar por mantenerse en el tablero, cuando alguien nos quiere echar, es una buena práctica pacifista; si se me permite usar la expresión de manera general.

jueves, 25 de enero de 2007

Cuando el juego entra en su última etapa

Durante mucho tiempo evité estudiar “finales”, y reconozco que aún me cuestan. También he advertido que esa clase de rechazos es compartida por muchos jugadores, sobre todo aficionados (los profesionales no tienen más remedio que zambullirse en ellos si quieren perseverar en la profesión). ¿Por qué esa falta de entusiasmo para estudiar esta parte del juego? Quizá porque hay pocas piezas; pero si lo analizamos un poco no es una verdadera razón, ya que igualmente podría justificar un gran interés. Probablemente porque los finales tienen algo de geométricos, y se asemejan a fórmulas que pueden aprenderse y luego aplicarse; pero fórmulas complejas que son a la vez frías y difíciles de recordar. Sin embargo, poco a poco fui cambiando de opinión, y el libro del GM Marín contribuyó a ello.

Él también menciona el rechazo por estudiar los finales, incluso menciona a ex campeón soviético que le aconsejó no estudiarlos ya que los que se producen más a menudo no son los que están codificados en los libros dedicados a ellos. Pero Mihail Marín no aconseja seguir ese camino y llama en su apoyo a Capablanca; el gran campeón cubano para quién analizar finales mejoraba sustancialmente la comprensión del juego ciencia.

Marín establece un paralelo singular que resulta muy sugerente ¿si conociéramos como transcurrirá el final de nuestra vida ¿no viviríamos mejor orientados? Dejando de lado el aspecto del temor a la muerte, probablemente sí. “El conocimiento del final puede ayudarle a uno a tener confianza durante el medio juego, y aportarle pistas acerca de qué dirección elegir en los momentos críticos. Esto podrá tener una influencia decisiva incluso si el final no llega a producirse, aunque en tales casos se trata más bien de una influencia potencial.” (Pág.162, ibidem)

Además, una vez superada la sensación de extrañeza al tener tan pocas piezas en el tablero, uno se va acostumbrando a apreciar la claridad y las combinaciones que surgen de esa misma falta de densidad poblacional. Quizá con el tiempo, podamos llegar a concordar con el autor del libro citado, cuando nos suelta: “…considero el estudio de finales una forma superior de cultura. Supongamos que tengo una o dos horas libres; puedo leer un libro o simplemente ver la televisión. Le aseguro que ninguna de estas populares actividades me ha reportado tanto placer intelectual que, por ejemplo, al estudiar los libros de finales de Averbaj.” (pag. 163)

Así, a bote pronto, cuesta aceptar una afirmación tan rotunda como la que desarrolla nuestro G.M., pero nunca se sabe… los caminos del Señor son inexplicables.

Nota: la imágen se corresponde a la situación dada en la partida Botvinnik-Euwe, Groninga 1946. (juegan blancas). La partida termina en tablas. (pag. 163-164, del libro citado)

lunes, 22 de enero de 2007

Amenazas reales y amenazas irreales

Dice Mihail Marín y a mi me parece “palabra de santo” que al enfrentarse a una amenaza lo primero que uno debe hacer es… no pensar en como defenderse de ella.

Sí, aunque parezca ilógico.

Lo primero que el jugador debe hacer, según este G.M., es descubrir si la “amenaza” existe. De la misma manera que lo primero que debe hacer un preso para intentar escapar… es saber que está preso. Claro, si uno piensa en una cárcel con rejas, pesadas puertas que se cierran y guardias con llaveros colgando, resulta evidente que uno sabe si está dentro o fuera… pero hay situaciones menos evidentes… y además existen las “ilusiones” o los espejismos, que de esto hay más de lo que se cree.

Volviendo a nuestro tema, no toda amenaza que se percibe existe. Puede ser un espejismo. Podemos tener el rey expuesto y puede rondarle como ave de presa alguna torre enemiga, incluso aliada con la Dama… y sin embargo no hay mate posible. No obstante quizá genere una sensación tal de intranquilidad que nos obligue a dejar nuestros planes de ataque para dedicarnos a una defensa… innecesaria.

Esto es lo que M.Marín llama “ilusiones ópticas” que llevan a una pérdida de tiempo y a veces a resultados catastróficos. También puede suceder que una seudo amenaza se convierta en real como resultado de una respuesta totalmente inadecuada. Por otro lado nuestro oponente tiene también dificultades en situaciones como las comentadas: ¿debe asumir que no existe amenaza real… o persistir en ello aunque a la larga no haga ningún daño si se encuentra con respuestas atinadas? Como bien dice el autor que comentamos no hay una respuesta general para esta clase de dudas; sólo la situación concreta puede decidir cual debe ser la política correcta. La situación importa y también, no olvidar, lo que conocemos de la psicología de nuestro adversario; ya que si es una persona muy sensible y nerviosa, rondarle el rey con ánimo depredador, puede provocarle un estado de pánico que convierta en real lo que hasta el momento era sólo un acercamiento.

jueves, 18 de enero de 2007

Psicología aplicada

Un interesante libro sobre un tema que, lamentablemente, hay poco. Se trata de Ches Psychology, de Angus Dunnington, Everyman Chess. El libro tiene como subtítulo: Approaching the psychological battle both and off the board. Como se puede leer, trata de los aspectos psicológicos del juego no sólo frente al tablero sino también en la
etapa de preparación.

Sólo me resta lamentar que no haya traducción ¡que se le va a hacer!

Wilhelm Steinitz

En el siglo XIX, podríamos llamar la época romántica del ajedrez, atacar estaba asociado a la valentía, y ésta, claro está, al honor. Por lo tanto el jugador que podríamos llamar “posicional” de estilo pausado y desarrollo sólido, no era bien considerado. Una sonrisa benevolente podía, en muchos casos, esconder un juicio moral de cobardía o de falta de hombría. Es curioso, pero no tanto si observáramos también la sociedad europea donde el ajedrez se desarrolló; una sociedad con el mismo estilo, “tirada pa’lante” y con ejércitos, como el francés o el prusiano que cultivaban la estrategia del ataque a outrance, siempre adelante, nunca hacia atrás.

El ajedrez es, según algunos, el reflejo abstracto de la sociedad y sus condiciones incluyendo las espirituales (léase, por ejemplo, los libros de Gary Kasparov, “Mis geniales predecesores”); personalmente considero que es difícil escapar de la sociedad, sus modas y sus fobias, y que por lo tanto un juego complejo, de gran riqueza conceptual y de infinitas combinaciones, como el ajedrez, tampoco puede escapar de donde medra.

Cuando tuve en mis manos el libro del GM Mihail Marin (“Secretos de la defensa en ajedrez”) y me detuve en el primer capítulo, al ver como lo titulaba: “El noble arte de la defensa” no pude menos que pensar que estábamos de acuerdo desde el mismísimo principio.

Por suerte, para el ajedrez, como escribe Marin “los cambios de actitud durante el Siglo XX se reflejaron de forma positiva en el ajedrez. La gente se volvió tremendamente pragmática en la vida cotidiana, dejando a un lado sus sueños heroicos o utópicos. En ajedrez, esto permitió a los jugadores evaluar las posiciones con mayor objetividad.”

Y aquí tenemos un hombre que fue adelantado en su época, a tal punto que aunque se reconociese su maestría no se le entendía en el mensaje profundo que lanzaba sobre la estrategia: Wilhelm Steinitz, Campeón del mundo 1886-1894. Steinitz estudió el ajedrez en forma diferente a otros GM de su tiempo, elaborando su sistema y desarrollando un juego que fue ganador durante varios años, hasta que se desarrollaron nuevos conceptos. Lo interesante del caso es la opinión que el gran ajedrecista tenía sobre la defensa, hasta ese momento, tal como comentamos más arriba, unánimemente despreciada: “Hablando en general, un ataque sólo tiene posibilidades de tener éxito si la posición enemiga se encuentra debilitada”.

Steinitz buscaba, en consecuencia, su desarrollo el cual, en algún momento del medio juego, permitía la explotación de una debilidad enemiga siempre presente, aunque no siempre reconocida.

De aquí deducimos la necesidad de desarrollar una habilidad esencial: conocer las debilidades en el despliegue de nuestro rival. Debilidades que siempre existen, de eso podemos estar seguros, ya que cualquier avance de las piezas no puede evitar dejar por el sólo hecho de su desarrollo una debilidad detrás. Quién avanza, siempre deja agujeros a su espalda.